Guerra contra las toallitas húmedas: El monstruo que obstruye los sistema de alcantarillo

Las Palmas de Gran Canaria

Las toallitas húmedas, tan comunes en nuestros hogares, se han convertido en un serio problema para el medio ambiente y las infraestructuras de saneamiento. El Gobierno de España ha propuesto que los fabricantes de estos productos asuman los costes derivados de su eliminación inadecuada, que incluye obstrucciones en el alcantarillado y contaminación de playas y ríos. Según la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento (AEAS), el mal uso de las toallitas húmedas genera un sobrecoste anual de aproximadamente 230 millones de euros, lo que equivale a entre 4 y 6 euros por persona al año El Gobierno de España ha anunciado un nuevo paquete de medidas para frenar la contaminación por plásticos de un solo uso. El Ministerio para la Transición Ecológica ha sacado a consulta pública un real decreto que prohibirá tirar al inodoro y la liberación intencionada de globos al medio ambiente. La norma busca frenar el impacto de dos productos que están entre los diez más contaminantes de las playas y mares europeos. Y aunque parezca algo lejano, Canarias está directamente afectada: por su condición insular, el archipiélago es especialmente vulnerable a la contaminación marina y a los problemas en las redes de saneamiento.

En La Ventana de Canarias, José Juan González, consejero de la compañía de aguas Canaragua asegura que "no solo son los costes económicos, si no también riesgos medioambientales porque, al final, producen atascos en la red de alcantarillo, provocan vertidos al mar y desbordamientos". De hecho, ha explicado que las propias comunidades de vecinos les llaman por estos problemas, ya que "con el Covid se disparó su uso y esto ya lo vimos hace muchos años en Londres. Han pasado doce años y estamos mucho peor".

Problemas en casa: atascos, obstrucciones y sobrecostes

"Aunque muchos de estos productos digan que son biodegradables, la realidad es que muchos no lo son y provocan la obstrucción en el edificio. Algunos llegan hasta las estaciones de bombeo de aguas residual, las bloquean y acaban llegando las aguas fecales al mar, comenta González.

La compañía gestiona el ciclo del agua en varios municipios del archipiélago y ha tenido que hacer frente a limpiezas de emergencia, desatascos y reparaciones causadas directamente por este tipo de residuos.

González insiste en la importancia de que la ciudadanía tome conciencia y utilice correctamente los contenedores. “Una simple toallita por el váter puede terminar colapsando una estación de bombeo o vertiéndose al mar si el sistema falla”, señala. "El mayor problema es el riesgo medioambiental, llegando a la cadena alimentaria", añade.

Además de la prohibición, el real decreto plantea una novedad clave: los fabricantes tendrán que pagar la factura de la limpieza y el tratamiento de los residuos que generen sus productos. Se introduce así el principio de responsabilidad ampliada del productor, obligándoles a financiar campañas de concienciación, recogida de datos y mantenimiento de infraestructuras.

Adiós a soltar globos

El texto también prohíbe la suelta de globos en eventos y celebraciones, una práctica habitual que, aunque simbólica, acaba contaminando gravemente los océanos. Los globos, aunque sean de látex, pueden tardar años en degradarse y suponen un riesgo letal para aves y cetáceos.